¿Por qué se criminalizó la marihuana? ¿Cuál es la situación en el mundo, en Europa y en España?
Hoy te proponemos un artículo de corte histórico y divulgativo: ¿cuál es la historia de la prohibición del cannabis?
Intentaremos responder a preguntas como:
¿Cuándo se prohibió por primera vez y por qué?
¿Qué intereses económicos se vieron cuestionados por el cáñamo?
¿Por qué la clase política de la época vio en esta sustancia una amenaza para la seguridad y la salud de los ciudadanos?
Veremos cómo los prejuicios sobre la marihuana, (a veces justificados, a veces algo menos) vienen de lejos y a menudo tienen antiguas raíces históricas y políticas.
De hecho, aún hoy, en todo el mundo, existe un debate muy acalorado sobre la legalización, y la opinión pública, así como la clase dirigente, parecen estar divididas en dos, entre prohibicionistas y antiprohibicionistas.
En este artículo, intentaremos arrojar luz sobre el tema, ofrecerte un breve pero completo repaso histórico, proporcionarte un punto de vista lo más imparcial posible y presentar todas las opiniones al respecto.
Como siempre, nos gustaría recordarte que Justbob no quiere fomentar ninguna práctica, y mucho menos ilegal, sino simplemente informarte y mantenerte al día de las noticias que giran en torno al universo cannábico.
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Bueno, sin más dilación, os dejamos con el artículo, ¡feliz lectura!
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El nacimiento de la prohibición de la marihuana: el contexto social y político
La historia de la prohibición de la marihuana tiene sus raíces en una combinación de factores culturales, políticos y económicos.
Desde la antigüedad, el cannabis se ha utilizado con fines medicinales, rituales y recreativos.
Sin embargo, la percepción de la planta sufrió un cambio radical durante el siglo XX, cuando la marihuana fue demonizada y asociada con la desviación social y la delincuencia.
En Estados Unidos, la ola prohibicionista empezó a tomar forma en los años 20 y 30, un periodo caracterizado por intensos cambios sociales y un aumento de la inmigración, especialmente desde México.
El cannabis, que ya se utilizaba con diversos fines en la cultura mexicana, pasó a asociarse con los inmigrantes, creando un vínculo con la xenofobia que imperaba en la sociedad estadounidense de la época.
Pero no sólo los prejuicios antimexicanos, en los años 30, la marihuana también se asoció con los clubes de jazz de afroamericanos.
Por ello, los supremacistas blancos temían que esta sustancia «corrompiera la moral» y contribuyera a la propagación de la delincuencia, pero en realidad, una vez más, se trataba simplemente de un prejuicio racista.
Además de los aspectos sociales y culturales, no hay que olvidar las motivaciones económicas.
De hecho, el cáñamo se utilizaba ampliamente para la producción de papel, textiles y cuerdas.
Por ello, la industria papelera, dominada por gigantes como Hearst, y la emergente industria del plástico, promovida por DuPont, lo vieron como una amenaza para sus beneficios.
Y, por ello, financiaron violentas y agresivas campañas de prensa contra el consumo de cannabis, explotando la creciente ansiedad social y los prejuicios raciales para promover leyes restrictivas.


La Ley del Impuesto sobre la Marihuana: la ley que lo cambió todo
La ley fundacional de la criminalización del cannabis fue la Marihuana Tax Act de 1937.
La prohibición del alcohol sólo había terminado hacía unos años (duró de 1920 a 1933) y parecía que los políticos y los ciudadanos asustados necesitaban un nuevo enemigo, que encontraron en el cannabis.
Sin embargo, esta prohibición contribuyó a enriquecer a las mafias, la guerra de gángsters se desató en las calles, el consumo de alcohol no disminuyó en absoluto, pero el que circulaba era de contrabando y, por tanto, de mala calidad.
En resumen: fue un fracaso en todos los ámbitos. Las calles eran menos seguras y los intoxicados con alcohol de baja calidad inundaban el sistema sanitario.
Pero como se suele decir, la historia nunca es buena consejera, y con el coco del alcohol fuera, el nuevo objetivo pasó a ser la marihuana.
La Ley de Impuestos sobre la Marihuana, promovida por el Departamento del Tesoro bajo la dirección de Harry Anslinger, superintendente de la Oficina Federal de Narcóticos, pretendía de hecho regular su uso imponiendo impuestos exorbitantes a toda transacción comercial relacionada con la planta.
Anslinger dirigió una feroz campaña propagandística contra la marihuana, vinculándola a la delincuencia y a la degradación moral en términos puritanos.
Utilizó los medios de comunicación y el cine (películas propagandísticas y alarmistas como «Reefer Madness») para difundir el mensaje de que la marihuana era una droga peligrosa que corrompía a la juventud estadounidense.
La Marihuana Tax Act no sólo aumentó los costes asociados a la marihuana, sino que criminalizó su cultivo y consumo, allanando el camino para décadas de represión.
Aunque la ley era técnicamente una medida fiscal, su aplicación hizo prácticamente imposible el consumo legal de marihuana, obligando a los consumidores a operar en la sombra.
Esta ley permaneció en vigor hasta 1969, cuando fue declarada inconstitucional por el Tribunal Supremo en el caso Leary contra Estados Unidos.
Sin embargo, mientras tanto, en la opinión pública su reputación quedó arruinada para siempre.
La prohibición en el mundo actual: una visión global
Pero, ¿cuál es la situación en el mundo actual? ¿Cuánto se ha avanzado desde 1937?
La prohibición made in USA influyó en todos los estados, desde Asia a Europa, desde Sudamérica a África.
Sin embargo, en las últimas décadas, la actitud mundial hacia la marihuana ha empezado a cambiar. Muchos países están revisando sus leyes para permitir el uso medicinal del cannabis y, en algunos casos, para despenalizar o legalizar el uso recreativo.
A pesar de estos avances, la prohibición de la marihuana sigue vigente en muchas partes del mundo.
En Asia, por ejemplo, países como Singapur y Malasia mantienen leyes extremadamente estrictas, con penas que incluyen la pena de muerte por tráfico de drogas.
En otras regiones, como América Latina, la guerra contra las drogas ha provocado graves episodios de violencia e inestabilidad, y el cannabis suele estar en el centro de las operaciones contra el narcotráfico.
Precisamente en un intento de limitar la delincuencia, Uruguay y México han legalizado, pero la situación no parece fácil de gobernar y actualmente está siendo cuestionada (pero les mantendremos informados).
En el contexto africano, en cambio, la situación es igual de variada.
Países como Sudáfrica han legalizado recientemente el consumo personal de cannabis, mientras que otras naciones siguen manteniendo un enfoque estricto y represivo.
Bien, hasta ahora hemos visto la situación global, pero ¿cómo progresan las cosas en Europa?
La situación legal del cannabis en Europa
La Comisión Europea, como sabemos, fomenta e incentiva el cultivo de cáñamo.
Pero las políticas nacionales sobre la marihuana también varían mucho de un país a otro, ya que algunas naciones adoptan un enfoque permisivo y otras mantienen restricciones estrictas.
Los Países Bajos, Alemania y Portugal, por ejemplo, se citan a menudo como los países con las políticas de cannabis más liberales.
Los Países Bajos, en particular, son famosos por sus coffee shops donde se tolera la venta de pequeñas cantidades de cannabis.
Alemania legalizó recientemente el consumo medicinal y recreativo, aunque con algunas regulaciones.
Portugal, por su parte, ha despenalizado la posesión de todas las drogas**, incluido el cannabis, centrándose más en intervenciones de salud pública que en acciones punitivas.
Por último, en el mismo lado, naciones como Luxemburgo y Malta, están liderando el camino hacia la legalización, mientras que otras observan cuidadosamente los resultados de las políticas liberales antes de adoptar cambios significativos.
Por otro lado, en marcado contraste, países como Francia y Suecia mantienen un enfoque más rígido.
De hecho, en Francia, el cannabis sigue siendo ilegal para uso recreativo, y a pesar de cierta apertura hacia el uso médico, las leyes siguen siendo de las más estrictas de Europa.
Además, Suecia, siguiendo una política de tolerancia cero, sigue penalizando tanto el consumo como la posesión.


La situación de España: única
España presenta un marco jurídico único en relación con la marihuana
Aunque el cultivo y el consumo de cannabis con fines comerciales es ilegal, el país tiene una larga tradición de tolerancia hacia el consumo personal y el cultivo doméstico.
Este enfoque es especialmente evidente en los llamados «clubes sociales de cannabis», organizaciones privadas donde los miembros cultivan y consumen cannabis en un entorno regulado y cerrado.
Los clubes, sin embargo, operan en una especie de zona gris, ya que no venden cannabis al público, sino que proporcionan unas instalaciones donde los miembros pueden cultivar y compartir la planta de forma colectiva.
Esta práctica se basa en la interpretación del derecho a la privacidad y al autoconsumo.
Pero a pesar de la falta de regulación formal a nivel nacional, varias regiones, como Cataluña y el País Vasco, han establecido normativas locales que intentan regular la actividad de estos clubes.
España también está avanzando en la regulación de la marihuana medicinal.
Recientemente, el gobierno español ha iniciado discusiones para un marco legal que permita el uso del cannabis con fines medicinales, respondiendo a las crecientes demandas de pacientes y médicos.
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El papel del cáñamo en la actualidad: un recurso sostenible y versátil
El cáñamo, también conocido como Cannabis Sativa L., ha acompañado al ser humano desde hace miles de años, siendo una de las plantas más versátiles de la naturaleza. A diferencia de las variedades con alto contenido de THC, el cáñamo industrial posee niveles mínimos de este compuesto, lo que lo hace completamente legal y útil en múltiples sectores productivos.
Gracias a sus fibras resistentes y ligeras, el cáñamo se ha convertido en un material esencial en la construcción, la fabricación de papel, el aislamiento térmico y la elaboración de textiles ecológicos. Su resistencia al agua, a las plagas y a los insectos, así como su capacidad para adaptarse a diversas condiciones del suelo, lo convierten en un cultivo de bajo impacto ambiental y alto rendimiento. Además, ayuda a mejorar la calidad del terreno gracias a sus raíces profundas, que actúan como una barrera natural contra la erosión y contribuyen a la retención de humedad.
En términos medioambientales, el cáñamo desempeña un papel importante en la lucha contra el efecto invernadero, ya que absorbe grandes cantidades de CO₂ durante su desarrollo. Las inflorescencias de la planta también se aprovechan para la extracción de CBD y aceite de cáñamo, ricos en ácidos grasos esenciales beneficiosos para la salud humana.
La Unión Europea ha promovido políticas que fomentan el uso del cáñamo en la agricultura sostenible, ofreciendo apoyo e información técnica a los cultivadores y garantizando semillas certificadas. Los datos sobre su rendimiento por metro cuadrado y su capacidad de adaptación en diferentes temperaturas y sistemas de interior o exterior confirman su valor como recurso renovable.
En definitiva, el cáñamo no solo es un símbolo de la cultura sostenible, sino también una oportunidad para redescubrir una planta con propiedades únicas que puede ayudar a múltiples sectores —desde la industria textil hasta la alimentaria— a avanzar hacia un futuro más limpio y respetuoso con el medio ambiente.
Conclusiones
Llegamos al final de nuestro artículo sobre la prohibición de la marihuana.
Te hemos llevado con nosotros en un viaje a través del tiempo, para descubrir las raíces de la criminalización del cannabis; donde todo empezó: en EEUU, en 1937.
Desde los años 30 muchas cosas han cambiado y, en EEUU, Latinoamérica y Europa, muchos estados parecen estar explorando vías hacia, si no la legalización, al menos la regulación y el control.
En teoría, la prohibición parece haber fracasado, tanto en términos de seguridad y lucha contra la delincuencia, como de disuasión del consumo.
Tal vez, para limitar la circulación de sustancias supuestamente nocivas para la comunidad, la mejor opción sea controlarlas y regularlas y no dejarlas en manos de la delincuencia y el mercado negro.
El bien último que a todos preocupa es el de la salud pública, además de la libertad individual, pero la cautela en este sentido es perfectamente comprensible.
El reto para los políticos y las instituciones es precisamente combinar la salud pública y la protección de los derechos individuales, sin prejuicios ideológicos, pero siempre en nombre de la racionalidad y el bien común.
En lo que a nosotros respecta, no obstante, siempre instamos a nuestros lectores a respetar la normativa vigente y cumplirla escrupulosamente.
Prometemos mantenerles informados de los cambios que se produzcan a este respecto, por ahora nos detenemos aquí y nos despedimos, ¡hasta pronto!








