He aquí una visión general de estos dos cannabinoides: quiénes son, qué hacen y cómo actúan en nuestro organismo y cómo pueden utilizarse para el bienestar de nuestro cuerpo.
Descubierta en 1992, la anandamida, a menudo conocida como la “molécula de la felicidad”, desempeña un papel clave dentro del sistema endocannabinoide, siendo capaz de regular el estado de ánimo, aliviar el dolor y estimular el apetito, entre otros efectos.
Aunque se degrada con facilidad, sus beneficios son objeto de amplios estudios científicos. Tiene muchas características en común con el delta-9-tetrahidrocannabinol, THC, el principal compuesto psicotrópico del cannabis: ambos pertenecen a la familia de los cannabinoides, pero veremos que interactúan con el organismo de formas diferentes.
Profundizaremos en estos aspectos a lo largo del artículo, explorando más a fondo la anandamida, revisando las características del THC y analizando su relación con especial atención a las futuras implicaciones terapéuticas.
El papel de la anandamida en la regulación del bienestar y el dolor
La anandamida, cuyo nombre proviene de la palabra “ananda” que significa “felicidad”, es un endocannabinoide que fue descubierto en 1992 por el químico Lumír Ondřej Hanuš y el farmacólogo William Anthony Devane en Jerusalén.
Esta molécula actúa como neurotransmisor en el sistema endocannabinoide, una parte fundamental del sistema nervioso humano que regula diversos procesos fisiológicos como el dolor, el estado de ánimo, el apetito y la memoria.
El descubrimiento de esta sustancia ha abierto nuevas perspectivas en la comprensión de cómo el cuerpo humano gestiona el placer y el bienestar.Desde un punto de vista estrictamente químico, esta molécula es un derivado del ácido araquidónico, un ácido graso poliinsaturado. La estructura de la anandamida se compone de una larga cadena de carbono que se une con un grupo amida y esto permite una interacción eficaz con los receptores cannabinoides CB1 y CB2 presentes en el cerebro y en todo el organismo.
CB1 y CB2 forman parte integral del sistema endocannabinoide, un aparato que desempeña un papel protagonista en la modulación de innumerables funciones fisiológicas del organismo.
La anandamida interactúa principalmente con los receptores CB1, localizados predominantemente en el sistema nervioso central, que pueden influir en el estado de ánimo y el apetito. Sólo secundariamente es también capaz de interactuar con los receptores CB2, localizados principalmente en las células del sistema inmunitario, contribuyendo a la regulación de la respuesta inflamatoria y el dolor.
Lamentablemente, el efecto de esta molécula es efímero: se degrada rápidamente por una enzima llamada FAAH (amida hidrolasa de ácidos grasos), lo que limita su permanencia en el sistema nervioso.
A pesar de su corta permanencia en el organismo, sus efectos fisiológicos son múltiples, incluyendo euforia, reducción de la ansiedad y aumento del apetito, a menudo descrito como “munchies”.
Varios estudios han demostrado que la anandamida desempeña un papel importante en la plasticidad sináptica y la neurogénesis, por lo que esta molécula es de gran interés en los estudios científicos y médicos.
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THC: Tetrahidrocannabinol
El delta-9-tetrahidrocannabinol, conocido como THC, es el principal componente psicoactivo de la planta de cannabis. Fue aislado por primera vez en 1964 por el químico y biólogo israelí Raphael Mechoulam, que ha dedicado gran parte de su vida, investigaciones y estudios a las implicaciones terapéuticas del cannabis, y sus colaboradores, lo que supuso un importante avance en la comprensión de los cannabinoides y sus interacciones con el cuerpo humano.
Hablando de química el THC es un fitocannabinoide: una molécula lipofílica que se disuelve bien en grasa pero no en agua. Su estructura química recuerda a, ¿adivina quién? Sí, igual que la anandamida, pero con diferencias sustanciales.
Mientras que la anandamida es un derivado del ácido araquidónico y es un endocannabinoide, el THC es un terpenofenol, un cannabinoide exógeno. Estas diferencias estructurales determinan cómo interactúa cada uno con los receptores cannabinoides del organismo.
El THC actúa y se une principalmente a los receptores cannabinoides CB1, que están muy concentrados en el cerebro y el sistema nervioso central. Cuando el THC se une a estos receptores, provoca la liberación de dopamina, generando sensaciones de euforia, relajación y alteración de la percepción espacio-temporal.
También sabemos cómo en algunos casos también genera ansiedad y paranoia (a menudo en individuos ya propensos a estos malestares). Además, el THC también interactúa con los receptores CB2, presentes en mayor medida en el sistema inmunitario, y esta interacción influye tanto en la respuesta inflamatoria como en la respuesta al dolor.
La molécula de THC es famosa por su capacidad de provocar efectos psicoactivos. A corto plazo, quienes han probado el tetrahidrocannabinol han experimentado desde risas incontrolables hasta alteraciones sensoriales. El consumo habitual y prolongado de THC puede provocar, según diversas investigaciones, una disminución de la capacidad cognitiva, llegando incluso a la psicosis.
Los efectos psicóticos que el THC es capaz de desarrollar normalmente comienzan a los pocos minutos de su inhalación y pueden durar varias horas, mientras que su ingestión retrasa la aparición de los efectos pero prolonga su duración.
A pesar de los riesgos potenciales, esta sustancia ha demostrado tener múltiples aplicaciones terapéuticas. De hecho, se utiliza para aliviar el dolor crónico, reducir los espasmos musculares en la esclerosis múltiple, estimular el apetito en pacientes con VIH/SIDA o sometidos a quimioterapia, y tratar las náuseas y los vómitos inducidos por el tratamiento del cáncer.
El uso terapéutico del THC debe ser cuidadosamente supervisado por profesionales de la salud para equilibrar los beneficios con los posibles efectos secundarios.
El uso del THC desde un punto de vista recreativo es objeto de acalorados debates en España, Europa y el mundo, y la legislación varía de un país a otro e incluso dentro del territorio nacional por lo que siempre es bueno estar al día para no incurrir en sanciones no deseadas.
Relación entre la anandamida y el THC
Hemos visto cómo la anandamida y el THC interactúan principalmente con los receptores cannabinoides CB1 y CB2, pero con algunas diferencias significativas. Se sabe que el THC tiene una gran afinidad por los receptores CB1, que se encuentran principalmente en el sistema nervioso central, y por los receptores CB2, que se encuentran principalmente en el sistema inmunológico.
Esta interacción provoca los conocidos efectos psicoactivos del THC, como euforia, alteración de la percepción temporal y espacial y aumento del apetito. La anandamida, por su parte, es un endocannabinoide natural que también actúa sobre los receptores CB1 y CB2, pero con una afinidad ligeramente inferior a la del THC.
Tanto la anandamida como el THC se unen a los receptores CB1 y pueden influir en la liberación de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, que regulan el estado de ánimo, la motivación y la sensación de recompensa.
¿Cuál es la diferencia sustancial?
Mientras que el THC puede producir efectos más intensos y duraderos porque es químicamente más estable, la anandamida se degrada rápidamente, lo que limita la duración de sus efectos.
Esto significa que la anandamida actúa más como modulador momentáneo de los procesos fisiológicos, mientras que el THC tiene efectos más prolongados.
Se han realizado varios estudios que comparan los efectos de la anandamida y el THC a lo largo del tiempo, demostrando que ambas moléculas son capaces de modular las sinapsis en el cerebro y las funciones cognitivas y conductuales.
Por ejemplo, la activación de los receptores CB1 por ambas moléculas, la anandamida y el THC, se ha asociado a una reducción de la memoria a corto plazo, una característica común observada en los consumidores de cannabis, pero no ocurre lo mismo cuando se utiliza aceite de CBD, que tiene otros tantos beneficios, pero no este efecto indeseable.
Potencial terapéutico: retos en el uso de la anandamida y el THC
Tanto la anandamida como el THC podrían tener, y en algunas situaciones ya tienen, importantes implicaciones para el tratamiento de diversos trastornos y enfermedades.
Hemos visto cómo también se la conoce como la “molécula de la felicidad”, la anandamida, y cómo ha demostrado a lo largo del tiempo un notable potencial terapéutico en varias áreas médicas debido a su capacidad para modular el estado de ánimo, reducir el dolor e influir en el apetito.
Los estudios preclínicos sugieren que podría utilizarse en el tratamiento de la ansiedad y la depresión debido a su capacidad para influir en los receptores CB1 del cerebro, que regulan la liberación de la serotonina y la dopamina.
Esta sustancia también influye en los procesos inflamatorios y el dolor, lo que la convierte en una candidata prometedora para el tratamiento de afecciones crónicas e inflamatorias.
En cuanto al THC, ya sabemos que hay fármacos, como el dronabinol y la nabilona, que están aprobados y se utilizan para el tratamiento de las náuseas y los vómitos y para estimular el apetito, pero hay que tener en cuenta que hay que vigilarlo de cerca por toda la gama de efectos psicotrópicos que se pueden encontrar en su uso.
Parecería que tanto la anandamida como el THC están en el punto de mira, pero no es así. De hecho, a pesar de los beneficios terapéuticos, el uso de cannabinoides como el THC y la anandamida puede conllevar importantes efectos secundarios.
Recordemos la disminución de la capacidad cognitiva y el aumento de la ansiedad y la paranoia en los que ya tienen problemas de salud mental, e incluso la anandamida, aunque generalmente bien tolerada, puede causar efectos indeseables si los niveles en el cuerpo se vuelven excesivamente altos debido a la inhibición de la enzima FAAH responsable de su degradación.
En definitiva, la investigación continúa y mientras tanto, otro cannabinoide del cannabis CBD podría ser un excelente aliado sin efectos psicoactivos.
Ciertamente el futuro en la investigación es prometedor y está en expansión. Una de las áreas más interesantes es el desarrollo de nuevos fármacos dirigidos específicamente a los receptores cannabinoides CB1 y CB2, así como a las enzimas implicadas en la síntesis y degradación de los endocannabinoides.
Además, continúa la exploración del potencial terapéutico de otros cannabinoides menos conocidos y sintéticos, que podrían ofrecer beneficios sin los efectos psicoactivos del THC. Por último, el estudio de las interacciones entre el sistema endocannabinoide y otros sistemas biológicos podría conducir a nuevas terapias para una amplia gama de afecciones, desde la inflamación y el dolor crónico hasta los trastornos neurodegenerativos y oncológicos.
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Conclusiones
La anandamida y el THC son como las dos caras de una moneda, que iluminan la complejidad de nuestro sistema endocannabinoide. La anandamida, un modulador temporal del placer y el dolor, y el THC, con sus efectos prolongados, nos muestran el potencial y los riesgos de los cannabinoides.
Su futuro médico es prometedor, pero ¿qué descubrimientos nos esperan? Los nuevos cannabinoides podrían volver a cambiar el panorama terapéutico. Las respuestas están a la vuelta de la esquina, listas para revolucionar la medicina tal y como la conocemos hoy.
¿Qué sorpresas nos deparará el próximo capítulo de la investigación?
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Takeaways
- La anandamida fue aislada en 1992 y es un derivado del ácido araquidónico. Su estructura permite una interacción eficaz con los receptores CB1 y CB2, cruciales en la regulación del bienestar y el dolor.
- Actúa principalmente sobre los receptores CB1 del sistema nervioso central, influyendo en el estado de ánimo y el apetito, y secundariamente sobre los receptores CB2 del sistema inmunitario, regulando la inflamación y el dolor.
- La anandamida se degrada rápidamente por la enzima FAAH, lo que limita su permanencia en el sistema nervioso. Sin embargo, sus efectos incluyen euforia, reducción de la ansiedad y aumento del apetito.
- Tanto la anandamida como el THC se unen a los receptores CB1 y CB2, pero el THC tiene una mayor estabilidad química y provoca efectos más duraderos. La anandamida se degrada más rápido, actuando como modulador momentáneo.
- La anandamida muestra un notable potencial en el tratamiento de la ansiedad, la depresión y afecciones inflamatorias. Aunque bien tolerada, niveles excesivos pueden causar efectos indeseables. La investigación continúa para desarrollar nuevos fármacos y explorar otros cannabinoides con beneficios terapéuticos sin efectos psicoactivos.
FAQ
¿Qué es la anandamida y cuál es su función en el cuerpo humano?
La anandamida es un endocannabinoide que actúa como neurotransmisor en el sistema endocannabinoide. Regula procesos fisiológicos como el dolor, el estado de ánimo, el apetito y la memoria. Se degrada rápidamente por la enzima FAAH, limitando su permanencia en el sistema nervioso, pero sus efectos incluyen euforia, reducción de la ansiedad y aumento del apetito.
¿Cuál es la diferencia entre la anandamida y el THC?
Tanto la anandamida como el THC se unen a los receptores CB1 y CB2, pero el THC tiene una mayor estabilidad química y provoca efectos más duraderos. La anandamida actúa como modulador momentáneo de los procesos fisiológicos debido a su rápida degradación. El THC, por su parte, puede producir efectos psicoactivos más intensos y prolongados.
¿Cuál es el potencial terapéutico de la anandamida y el THC?
La anandamida muestra un notable potencial en el tratamiento de la ansiedad, la depresión y afecciones inflamatorias, mientras que el THC se utiliza para aliviar el dolor crónico, reducir los espasmos musculares, estimular el apetito y tratar las náuseas y los vómitos inducidos por el tratamiento del cáncer. Ambos tienen importantes implicaciones terapéuticas pero deben ser usados con precaución debido a sus posibles efectos secundarios.