Un análisis científico sobre las plantas «cannabimiméticas» y el sistema endocannabinoide: al descubrimiento de algunas especies sorprendentes
La búsqueda del bienestar a través de los dones del reino vegetal es una constante en la historia de la humanidad, una práctica que hunde sus raíces en tradiciones milenarias y que hoy encuentra su reflejo en la investigación científica.
A menudo se habla del potencial del cannabis CBD, pero el Cannabis Sativa L. no es la única planta capaz de interactuar con nuestro organismo de formas complejas. Existe un vasto universo botánico compuesto por plantas que, aunque no pertenecen a la misma familia, contienen moléculas capaces de influir en el sistema endocannabinoide (SEC), responsable de mantener la homeostasis, es decir, el equilibrio interno del cuerpo, regulando funciones vitales como el sueño, el apetito, la percepción del dolor y la respuesta inmunitaria.
De hecho, la ciencia moderna ha identificado varias especies vegetales que contienen compuestos «cannabimiméticos», es decir, sustancias que imitan la acción de los cannabinoides o que interactúan con sus receptores, ofreciendo efectos relajantes o antiinflamatorios sin las implicaciones psicotrópicas asociadas al THC.
El interés por estas alternativas surge a menudo de la necesidad de encontrar soluciones legales y sin efectos psicoactivos para gestionar el estrés o el dolor crónico. Saber que existen mecanismos de acción similares en la naturaleza ayuda a eliminar el estigma del uso de derivados del cáñamo legal y abre la mente a una fitoterapia más consciente.
En este artículo informativo, exploraremos cuáles son las plantas que «comparten» terpenos con el cannabis y cuáles actúan sobre los receptores CB1 y CB2 de forma sorprendente. Hablaremos de cómo la naturaleza ha distribuido estas claves bioquímicas en especies insospechadas, desde la pimienta negra hasta el cacao, y de cómo productos específicos, como las inflorescencias de canamo CBD, representan hoy en día la evolución tecnológica y legal de esta búsqueda del equilibrio, garantizando unos estándares de calidad que las simples hierbas medicinales crudas no siempre pueden asegurar.
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Las plantas cannabimiméticas y la bioquímica de los receptores
Para entender qué se entiende por «sustitutos del cannabis», es necesario adentrarse en la bioquímica de los receptores cannabinoides. El sistema endocannabinoide está compuesto principalmente por dos tipos de receptores: los CB1, localizados principalmente en el sistema nervioso central, y los CB2, distribuidos en el sistema inmunológico y los tejidos periféricos. El cannabis actúa sobre estos receptores gracias a los fitocannabinoides, pero no es el único que lo hace.
Un ejemplo extraordinario es la equinácea, una planta conocida por sus propiedades inmunoestimulantes. Varias especies de equinácea, en particular la Echinacea purpurea, contienen compuestos llamados N-alquilamidas, moléculas que, aunque tienen una estructura química diferente al THC o al CBD, muestran una notable afinidad con los receptores CB2. Al interactuar con ellos, la equinácea puede modular la respuesta inmunitaria y la inflamación de forma similar a lo que se observa con algunos cannabinoides no psicotrópicos, lo que sugiere un potencial terapéutico que va más allá del simple remedio contra el resfriado.
Otro protagonista que podemos definir como «inesperado» es la Hepatica, o más concretamente algunas especies de hepáticas como la Radula marginata. Esta planta, originaria de Nueva Zelanda, ha despertado un gran interés en la comunidad científica por la presencia de una sustancia llamada perrottetinene: algunos estudios han demostrado que tiene una estructura química sorprendentemente similar a la del THC. Aunque su potencia es decididamente inferior y sus efectos psicoactivos se consideran insignificantes o muy leves en comparación con la marihuana clásica, su capacidad para unirse a los receptores CB1 la hace, en cierto sentido, similar. Es fundamental destacar que la investigación sobre esta planta aún se encuentra en fases preliminares en comparación con la amplia bibliografía disponible sobre el cannabis, y su uso no está regulado con la misma precisión que caracteriza a los productos derivados del cáñamo industrial certificado.
No podemos olvidar el papel del elicriso (Helichrysum umbraculigerum), una flor originaria de Sudáfrica, planta única en su género ya que produce grandes cantidades de cannabigerol (CBG), un cannabinoide no psicoactivo que actúa como precursor de otros cannabinoides en la planta de cannabis. La presencia de CBG en una planta no emparentada con el Cannabis Sativa es una fascinante demostración de convergencia evolutiva, en la que especies diferentes desarrollan compuestos similares con fines defensivos o adaptativos. El CBG es actualmente objeto de numerosos estudios por su potencial antibacteriano y neuroprotector.
Este rápido repaso demuestra que la naturaleza ofrece diversas fuentes de moléculas beneficiosas; el cáñamo sigue siendo la «fábrica» bioquímica más eficiente y versátil para la extracción de ciertos principios activos, por lo que el mercado legal de la marihuana sin THC, en los países donde la ley lo permite, se centra en la selección genética de la Sativa en lugar del cultivo intensivo de helicriso.


Terpenos, sinergias botánicas y el papel de la pimienta negra
Cuando se habla de alternativas al cannabis que ofrecen propiedades relajantes o sensoriales similares, es imposible ignorar el papel de los terpenos, los compuestos aromáticos responsables del aroma y el sabor de muchas plantas, incluida el cáñamo.
Los terpenos participan activamente en lo que se denomina «efecto séquito», es decir, la sinergia entre diferentes moléculas que potencia el efecto terapéutico global de un compuesto. La pimienta negra (Piper nigrum), por ejemplo, es mucho más que una simple especia de mesa: es rica en beta-cariofileno, un sesquiterpeno que se distingue por ser el único terpeno conocido capaz de unirse directamente a los receptores CB2 del sistema endocannabinoide. Esto confiere a la pimienta negra importantes propiedades antiinflamatorias y analgésicas, lo que la convierte en un valioso aliado y un complemento ideal en formulaciones naturales diseñadas para el alivio físico, a menudo citada en estudios que analizan la eficacia del CBD y sus coadyuvantes.
Al mismo tiempo, resulta especialmente interesante el lúpulo (Humulus lupulus): es el pariente botánico más cercano del cannabis, ya que también pertenece a la familia de las Cannabaceae. Este parentesco se refleja también y sobre todo en su composición química: las flores del lúpulo son ricas en mirceno y humuleno, terpenos presentes en altas concentraciones también en muchas variedades de cannabis indica conocidas por su efecto sedante.
El uso tradicional del lúpulo para favorecer el sueño y reducir la ansiedad encuentra, por tanto, una sólida base científica en la presencia de estos compuestos. Aunque el lúpulo no contiene cannabinoides propiamente dichos, su acción sedante es tan marcada que se considera una de las alternativas legales más válidas para quienes buscan una relajación profunda sin recurrir a otras sustancias. La extracción de terpenos del lúpulo para enriquecer los perfiles aromáticos de los productos de hachis legal CBD o los aceites esenciales es una práctica que está ganando terreno.
Otra planta digna de mención en este contexto es la Acmella oleracea, también conocida como «planta del dolor de muelas», ya que su principio activo, el spilantol, actúa como un potente analgésico local. Aunque su mecanismo de acción difiere del de los cannabinoides clásicos, el interés por esta planta radica en su capacidad para modular la percepción del dolor de forma rápida y eficaz.
La combinación de conocimientos sobre estas plantas permite comprender cómo el enfoque del bienestar puede ser holístico: no se trata de elegir una u otra, sino de integrar diferentes fuentes naturales para obtener el efecto deseado, siempre y en todo caso bajo control médico.
Quienes, por razones médicas, en los países donde está permitido, hacen uso del cáñamo CBD en forma de productos farmacéuticos, a menudo encuentran beneficios al asociar su uso con infusiones o suplementos basados en estas plantas afines, maximizando la relajación a través de vías metabólicas múltiples y complementarias. Por supuesto, cualquier combinación de plantas y principios activos debe ser evaluada por un profesional del sector.


De las antiguas tradiciones al cacao como «molécula de la felicidad»
Existe una conexión fascinante entre el chocolate y la sensación de bienestar que va más allá del simple placer del gusto, y esta conexión nos lleva directamente al sistema endocannabinoide. El cacao crudo es, de hecho, una fuente extraordinaria de anandamida, un neurotransmisor endógeno a menudo denominado «molécula de la felicidad» (del sánscrito ananda, que significa alegría o felicidad interior). La anandamida es esencialmente la versión producida por nuestro cuerpo del THC: se une a los mismos receptores para generar sensaciones de felicidad y satisfacción.
Además de contener trazas de anandamida, el cacao es rico en compuestos llamados N-aciletanolaminas, que inhiben la enzima responsable de la degradación de la anandamida en el organismo. Por lo tanto, el consumo de chocolate negro de alta calidad prolonga la vida de esta molécula en nuestro sistema, amplificando y prolongando la sensación natural de bienestar. Este mecanismo explica por qué el cacao era considerado sagrado por las civilizaciones precolombinas y por qué puede considerarse, en cierto sentido, un «sustituto» funcional del cannabis para mejorar el estado de ánimo de forma natural.
Otra curiosidad botánica es la Leonotis leonurus, comúnmente conocida como Wild Dagga o Cola de León. Originaria del sur de África, esta planta ha sido utilizada tradicionalmente por las tribus locales por sus efectos eufóricos y calmantes. Los compuestos activos, entre los que se encuentra la leonurina, inducen un ligero estado de relajación y sedación que algunos comparan con una versión muy suave del cannabis.
Aunque la leonurina no interactúa con el sistema endocannabinoide de la misma manera que los fitocannabinoides, su popularidad como alternativa legal en algunas culturas subraya la constante búsqueda humana de sustancias vegetales capaces de aliviar el estrés.
En el ámbito científico también se debate a menudo sobre la trufa negra (Tuber melanosporum). Investigaciones italianas han descubierto que las trufas también contienen anandamida. A diferencia del cacao, que inhibe su degradación, las trufas proporcionan directamente la molécula, lo que sugiere que este preciado hongo utiliza este compuesto para atraer a los animales y favorecer la dispersión de las esporas. Este descubrimiento ha abierto nuevas fronteras en la comprensión de cómo la evolución ha conservado mecanismos moleculares similares en reinos biológicos completamente diferentes, desde los hongos hasta las plantas y los mamíferos.
Estas curiosidades científicas refuerzan la idea de que el sistema endocannabinoide es un lenguaje universal de la naturaleza. El uso de productos controlados como el CBD se inscribe en este contexto como la aplicación más refinada y segura de dicho lenguaje, permitiendo al usuario beneficiarse de propiedades conocidas y estudiadas, a diferencia de muchas «hierbas sustitutivas» que, aunque fascinantes, a menudo carecen de estandarización y controles de calidad rigurosos.
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Sustitutos del cannabis: un amplio universo, pero cuidado con lo que se elige
La exploración de alternativas naturales al cannabis nos devuelve un panorama complejo y fascinante, un mundo compuesto en el que la botánica y la química se entrelazan para ofrecer al ser humano herramientas para el bienestar.
Hemos visto cómo plantas insospechadas, desde la pimienta negra hasta la equinácea, poseen claves moleculares capaces de dialogar con nuestro sistema endocannabinoide. Sin embargo, la distinción fundamental entre estas alternativas botánicas y los productos derivados del cáñamo moderno reside en la especificidad y la concentración de los principios activos. Mientras que las hierbas medicinales ofrecen un apoyo suave y a menudo indirecto, el cannabis CBD representa hoy en día la cúspide de la selección agronómica destinada a aislar las propiedades beneficiosas del cannabidiol, eliminando al mismo tiempo los riesgos asociados al THC. La ciencia ha permitido transformar una planta controvertida en un recurso versátil, capaz de responder a las necesidades de un público que busca relajación y equilibrio sin comprometer la lucidez mental.
Cabe recordar que, a pesar de la riqueza de la «farmacia verde» que ofrece la naturaleza, la automedicación con hierbas silvestres o poco conocidas conlleva riesgos relacionados con la identificación de las especies y la dosificación.
El sector del cáñamo legal ha alcanzado ya unos estándares de seguridad muy elevados. Empresas como Justbob garantizan que cada lote de cáñamo CBD o derivados se somete a rigurosos análisis de laboratorio. Estas pruebas certifican la ausencia de metales pesados y pesticidas, y garantizan que los niveles de THC se mantengan dentro de los límites legales, lo que hace que el producto sea seguro y cumpla con la normativa vigente.
La elección de un producto certificado, cuando las leyes estatales lo permiten, es, por lo tanto, un acto de responsabilidad hacia uno mismo, que privilegia la certeza del contenido frente a la incertidumbre de los remedios improvisados. La transparencia de la cadena de producción es el verdadero valor añadido que distingue los productos profesionales de las alternativas genéricas presentes en el mercado.
En conclusión, el panorama de los sustitutos del cannabis es amplio y científicamente prometedor. Ya sea aprovechando la anandamida del cacao, el beta-cariofileno de la pimienta o el CBD de las inflorescencias legales, el objetivo sigue siendo el mismo: alcanzar un bienestar psicofísico natural.
La tecnología agrícola nos ofrece hoy en día la posibilidad de elegir productos como la marihuana sin THC o extractos refinados que condensan lo mejor que la naturaleza tiene para ofrecer.
Siempre invitamos a nuestros lectores a mantener un enfoque crítico e informado, consultando fuentes autorizadas y desconfíando de las promesas milagrosas: por último, recordamos que, de conformidad con la legislación vigente, nuestros productos están destinados exclusivamente al uso técnico, coleccionista o de investigación y no son medicamentos. Por otra parte, el conocimiento es el primer paso para un uso consciente y satisfactorio de los recursos que la naturaleza, con su infinita sabiduría bioquímica, ha puesto a nuestra disposición.
Sustitutos del cannabis: takeaways
- La naturaleza ofrece una gama de plantas que interactúan con el sistema endocannabinoide a través de diferentes vías moleculares, desde la equinácea con sus cannabimiméticos hasta la hepática neozelandesa rica en perrottetineno (similar al THC) y el helicriso sudafricano que produce cannabigerol, lo que demuestra cómo especies botánicas distantes han desarrollado compuestos análogos con fines adaptativos.
- Los terpenos son fundamentales para comprender las propiedades relajantes de las plantas, como el beta-cariofileno de la pimienta negra, que se une a los receptores CB2 con acción antiinflamatoria, y el lúpulo, pariente del cannabis, cuyas flores concentran mirceno y umuleno, responsables de los efectos sedantes, lo que confirma que el bienestar puede aprovechar las sinergias botánicas a través de vías metabólicas complementarias.
- El cacao crudo y la trufa negra contienen anandamida, el neurotransmisor llamado molécula de la felicidad que replica la acción del THC, mientras que el cacao también posee compuestos que ralentizan su degradación, prolongando el bienestar natural, lo que pone de relieve cómo el sistema endocannabinoide constituye un lenguaje bioquímico universal compartido por diferentes reinos biológicos.
Sustitutos del cannabis: FAQ
¿Qué plantas actúan como sustitutos naturales del cannabis?
La naturaleza ofrece un abanico de plantas que dialogan con el sistema endocannabinoide a través de diferentes vías moleculares. La equinácea contiene cannabimiméticos que interactúan con los receptores CB2, mientras que la hepática neozelandesa produce perrottetineno, similar al THC. El helicriso sudafricano genera cannabigerol, demostrando cómo especies botánicas distantes han desarrollado compuestos análogos para finalidades adaptativas.
¿Qué papel juegan los terpenos en las propiedades relajantes de estas plantas?
Los terpenos son fundamentales para comprender las propiedades relajantes de las plantas. El beta-cariofileno de la pimienta negra se une a los receptores CB2 con acción antiinflamatoria, mientras que el lúpulo, pariente del cannabis, concentra mirceno y humuleno responsables de efectos sedativos. Esto confirma que el bienestar puede aprovechar sinergias botánicas a través de vías metabólicas complementarias.
¿Cómo interactúa el cacao con el sistema endocannabinoide?
El cacao crudo y la trufa negra contienen anandamida, el neurotransmisor llamado molécula de la felicidad que replica la acción del THC. Además, el cacao posee compuestos que ralentizan su degradación, prolongando el bienestar natural. Esto evidencia cómo el sistema endocannabinoide constituye un lenguaje bioquímico universal compartido por diferentes reinos biológicos.








