Entre medicina y cultura popular, el cannabis cuenta una historia mucho más compleja de lo que dicen los prejuicios: y es precisamente en los detalles menos conocidos donde se esconden sus verdades más sorprendentes
Hay plantas que acompañan al hombre desde los albores de los tiempos: una de ellas es el cannabis, protagonista de una historia milenaria paralela a la de la humanidad.
Más allá de las etiquetas con las que a menudo se la descarta, la Cannabis Sativa L. revela una naturaleza que entrelaza biología, cultura y medicina de formas que sorprenden incluso a los expertos: no podría ser de otra manera, ya que esta planta ha formado parte de nuestra evolución y aún hoy anima el debate público.
Hay hechos insólitos e historias apasionantes que quedan al margen, eclipsados por las cuestiones que rodean la relación entre el uso recreativo y la legalidad. En definitiva, el mundo de la Cannabis Sativa L. es fascinante, pero a menudo está rodeado de desinformación y estereotipos. Incluso los más apasionados por el tema se enfrentan a continuas novedades que ponen en tela de juicio conocimientos consolidados: entonces, ¿por qué no descubrir 5 curiosidades poco conocidas sobre esta planta que nunca deja de sorprendernos?
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Más allá de los tópicos sobre la marihuana
Antes de continuar con las curiosidades que te hemos prometido, permítenos hacer algunas aclaraciones.
Como ya hemos mencionado, la percepción común reduce el cannabis a una sustancia psicoactiva, pero su realidad botánica y química es mucho más compleja.
Tradicionalmente se distingue entre tres subespecies: Sativa, Indica y Ruderalis, asociadas a diferentes morfologías y efectos. Sin embargo, la investigación moderna ha puesto de manifiesto que esta clasificación está obsoleta: la hibridación ha hecho que las distinciones genéticas sean poco significativas. Hoy en día se prefiere hablar de quimiotipos, basados en el perfil químico de la planta.
El quimiotipo representa la identidad química del cannabis, definida por los cannabinoides y los terpenos. Los principales son el THC y el CBD. Ambos derivan del mismo precursor (CBGA), pero tienen efectos muy diferentes. El THC es psicoactivo y se une a los receptores CB1 del cerebro; el CBD no lo es y actúa de forma más indirecta, modulando varios receptores.
Esta distinción química es la base de la diferenciación legal. El consumo de marihuana sin THC, o cáñamo con bajo contenido en THC, está permitido por la ley de algunos países con fines terapéuticos: la planta se utiliza para preparaciones farmacéuticas que, bajo control médico, pueden ser útiles contra algunas patologías. Por eso el cannabis es objeto de un creciente interés científico.
5 curiosidades sobre el cáñamo que quizá no conozcas
Con estos conocimientos básicos, podemos ahora explorar algunos datos sorprendentes que revelan aspectos poco conocidos de la naturaleza del cannabis, muy alejados de las narrativas convencionales.
Curiosidad 1: el cáñamo produce cannabinoides para defenderse, no para nosotros
Uno de los errores de perspectiva más comunes es pensar que el cannabis produce compuestos como el THC y el CBD «para» el ser humano. En realidad, estas moléculas son el resultado de millones de años de evolución y representan un sofisticado arsenal de defensa de la planta. Los cannabinoides y los terpenos se clasifican como «metabolitos secundarios», es decir, compuestos no esenciales para los procesos primarios de crecimiento y reproducción, pero cruciales para la supervivencia de la planta en su entorno. Su producción tiene lugar principalmente en los tricomas, las pequeñas glándulas resinosas que recubren las flores y las hojas de la planta hembra.
La resina pegajosa producida por la planta tiene múltiples funciones protectoras. En primer lugar, actúa como pantalla solar, protegiendo los delicados tejidos reproductivos de los dañinos rayos UV-B. En segundo lugar, el sabor amargo y las propiedades de algunos cannabinoides, en particular el THC, actúan como un potente disuasivo contra los herbívoros. Muchos insectos encuentran el THC tóxico o desagradable, lo que reduce el riesgo de que la planta sea devorada antes de completar su ciclo reproductivo. Además, la resina tiene propiedades antimicrobianas y antifúngicas que protegen a la planta del moho y las bacterias patógenas. Por último, su consistencia viscosa puede atrapar físicamente a pequeños insectos depredadores.
En esencia, la interacción psicoactiva (o terapéutica) con el ser humano es un «accidente» evolutivo, una coincidencia debida a la similitud estructural entre los fitocannabinoides y nuestros endocannabinoides. La planta, en su mundo, simplemente está tratando de sobrevivir.
Curiosidad 2: el hombre y el cáñamo tienen una historia coevolutiva milenaria
La relación entre el Homo sapiens y Cannabis Sativa L. tiene sus raíces en la prehistoria. Las pruebas arqueológicas indican que el cáñamo es una de las primeras plantas domesticadas por el hombre, con hallazgos que datan su uso hace al menos 12 000 años en Asia central y oriental.
Inicialmente, el hombre no estaba tan interesado en sus propiedades psicoactivas, sino en su extraordinaria versatilidad. Sus fibras, robustas y resistentes, se utilizaban para fabricar cuerdas, tejidos, redes de pesca y papel. Sus semillas, ricas en proteínas y ácidos grasos esenciales, constituían una valiosa fuente de alimento. Se han encontrado restos de fibras de cáñamo en cerámicas neolíticas de China que datan de hace más de 6000 años. Textos antiguos, como el herbario chino Shennong Ben Cao Jing (atribuido al emperador Shennong alrededor del 2700 a. C., pero probablemente compilado más tarde), mencionan el cannabis por sus propiedades medicinales. También en Egipto, papiros como el de Ebers (1550 a. C.) describen el uso del cáñamo para tratar inflamaciones y otras dolencias.
Su difusión continuó a través de las rutas comerciales, llegando a la India, donde se integró en las prácticas religiosas y en la medicina ayurvédica, y luego a Europa, gracias a pueblos nómadas como los escitas, descritos por el historiador griego Heródoto mientras inhalaban los humos de las semillas de cáñamo arrojadas sobre piedras al rojo vivo. Esta larga historia compartida demuestra que el cannabis ha sido un recurso para innumerables civilizaciones, mucho antes de que el debate se centrara casi exclusivamente en los efectos del THC.
Curiosidad 3: tu cuerpo también produce «cannabinoides»
Como se mencionó al hablar del sistema endocannabinoide, uno de los descubrimientos más fascinantes es que nuestro cuerpo produce de forma autónoma moléculas estructuralmente similares a las presentes en el cannabis.
La existencia de los endocannabinoides es quizás la curiosidad más esclarecedora sobre el cáñamo, ya que explica nuestra predisposición biológica a interactuar con él. La anandamida, el primer endocannabinoide descubierto por el Dr. Raphael Mechoulam (el mismo científico que aisló por primera vez el THC), se define a menudo como la «molécula de la felicidad». Desempeña un papel fundamental en la regulación del estado de ánimo, la memoria y el apetito. Un fenómeno bien conocido como el «subidón del corredor», la euforia que se siente después de una actividad física intensa, se atribuía tradicionalmente solo a las endorfinas. Estudios más recientes han demostrado que la anandamida también desempeña un papel clave, ya que sus niveles en sangre aumentan significativamente después del ejercicio.
Al ser capaz de atravesar la barrera hematoencefálica (a diferencia de las endorfinas), la anandamida contribuye activamente a esa sensación de bienestar y a la reducción de la ansiedad y el dolor. El hecho de que nuestro organismo tenga un sistema tan complejo, diseñado para utilizar moléculas similares al THC y al cannabidiol, sugiere una profunda relación biológica y abre escenarios terapéuticos de enorme interés.
Curiosidad 4: no existe una «sobredosis» letal de cannabis
Este es un punto tan importante como delicado, que requiere precisión y claridad para no ser malinterpretado. Desde el punto de vista toxicológico, está científicamente aceptado que no es posible una sobredosis letal causada directamente por el consumo de cannabis.
La razón es puramente neuroanatómica: los receptores cannabinoides CB1, los que activa el THC, están casi totalmente ausentes en el tronco encefálico, la zona del cerebro que controla funciones vitales involuntarias como el ritmo cardíaco y la respiración. Las drogas como los opioides, por el contrario, actúan sobre receptores muy presentes en esta zona, por lo que una sobredosis puede provocar depresión respiratoria y la muerte. La dosis letal media (LD50) del THC, es decir, la cantidad necesaria para matar al 50 % de una población de animales de laboratorio, se ha estimado en un nivel increíblemente alto, prácticamente imposible de alcanzar mediante el consumo normal.
Sin embargo, esto no significa en absoluto que el consumo de cannabis con altas dosis de THC sea libre de riesgos: es importante subrayarlo con firmeza. Un exceso de THC puede provocar efectos adversos agudos muy desagradables y peligrosos, como ansiedad intensa, ataques de pánico, paranoia, alucinaciones, taquicardia, náuseas y un grave deterioro de las capacidades motoras y cognitivas, lo que aumenta el riesgo de accidentes. Sin embargo, una cosa es la toxicidad aguda (efectos negativos) y otra muy distinta es la letalidad. Comprender esta diferencia permite un análisis más objetivo y científico de los riesgos reales asociados a la sustancia, alejándose del alarmismo infundado, pero sin trivializar los peligros potenciales.
Recordamos a los lectores que el consumo de cannabis está prohibido en muchos países, salvo en algunos casos específicos y bajo estricto control médico.
Curiosidad 5: Shakespeare podría haber sido consumidor de cannabis
Concluimos con una curiosidad histórica que une ciencia y literatura. En 2015, un equipo de científicos sudafricanos realizó análisis de cromatografía de gases y espectrometría de masas en fragmentos de pipas de terracota del siglo XVII, encontradas en el jardín de la casa de William Shakespeare en Stratford-upon-Avon. Los resultados, publicados en el South African Journal of Science, revelaron la presencia de residuos de cannabis en ocho de las veinticuatro muestras analizadas.
Aunque no se puede afirmar con absoluta certeza que el Bardo utilizara esas pipas, el hallazgo sugiere claramente que el cannabis estaba presente y se consumía en su círculo y en su entorno doméstico. Otras muestras revelaron trazas de nicotina y, en un caso, posibles residuos de cocaína (probablemente de hojas de coca peruana, que empezaban a circular en Europa en aquella época). Este hallazgo abre una ventana a la vida cotidiana de la «rígida» época isabelina e invita a especular, aunque con la debida cautela, sobre el posible papel que las sustancias psicoactivas pudieron haber desempeñado en el proceso creativo de uno de los mayores genios de la literatura mundial.
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En conclusión: curiosidades sobre el cannabis para ir más allá de los prejuicios (y los juicios precipitados)
El recorrido a través de las 5 curiosidades sobre el cannabis nos ha permitido explorar la compleja naturaleza de la Cannabis Sativa L., una planta que acompaña al hombre desde los albores de los tiempos y que sigue reservando sorprendentes descubrimientos científicos. La percepción común la considera «simplemente» una sustancia psicoactiva, pero esta visión está ampliamente superada por su realidad botánica y química, mucho más rica y matizada. De hecho, la investigación moderna ha desplazado la atención de la distinción tradicional entre las subespecies Sativa, Indica y Ruderalis hacia los quimiotipos, basados en el perfil químico de la planta y en la presencia de THC y CBD, los principales cannabinoides con efectos muy diferentes. Esta distinción también es fundamental para la diferenciación legal, que permite el uso del cáñamo CBD con fines terapéuticos.
Hemos descubierto que el cáñamo produce cannabinoides para defenderse, no para el ser humano. Estas moléculas, clasificadas como «metabolitos secundarios», son un sofisticado arsenal de defensa que protege a la planta de los rayos UV-B, de los herbívoros y de mohos y bacterias patógenas. La interacción con el ser humano es un «accidente» evolutivo, una coincidencia debida a la similitud estructural entre los fitocannabinoides y nuestros endocannabinoides. Se ha destacado que la relación entre el Homo sapiens y el Cannabis Sativa L. es milena y coevolutiva, con pruebas arqueológicas que atestiguan el uso del cáñamo para obtener fibras, semillas y propiedades medicinales mucho antes de que el debate se centrara en su uso recreativo.
Un aspecto que no debe subestimarse, y que ha dado lugar a varias investigaciones interesantes, es el descubrimiento de que nuestro cuerpo también produce «cannabinoides», como la anandamida, la «molécula de la felicidad», que desempeña un papel clave en la regulación del estado de ánimo, la memoria y el apetito, y que contribuye a la sensación de bienestar. El sistema endocannabinoide revela una profunda relación biológica y abre escenarios terapéuticos de enorme interés: no es casualidad que hoy en día el cáñamo legal, donde la ley lo permite, se utilice por sus propiedades medicinales contra diversas enfermedades y trastornos.
La curiosidad histórica sobre la posible presencia de cannabis en el entorno doméstico de Shakespeare ha abierto una ventana a la vida cotidiana de la época isabelina, una época que ha pasado a la historia como particularmente rígida y moralista, y al papel que las sustancias psicoactivas podrían haber desempeñado en el proceso creativo de uno de los mayores escritores de la historia literaria mundial.
En definitiva, la exploración de estas 5 curiosidades nos lleva a una conclusión inevitable: la Cannabis Sativa L. es una planta cuya complejidad supera con creces su imagen pública. Probablemente, se necesita una mayor conciencia sobre las propiedades de la planta y una investigación científica continua para liberar todo el potencial del CBD en el ámbito terapéutico, recordando siempre que su uso debe estar justificado por razones médicas.
5 curiosidades de la marihuana: takeaways
- El cannabis es una planta con una historia compleja y una naturaleza que va más allá de la simple percepción de sustancia psicoactiva, mostrando un profundo entrelazamiento con la biología, la cultura y la medicina.
- Nuestro cuerpo produce de forma autónoma moléculas similares a los cannabinoides del cannabis, como la anandamida, una «molécula de la felicidad» que regula el estado de ánimo, la memoria y el apetito, lo que sugiere una relación biológica intrínseca y abre interesantes escenarios terapéuticos;
- La relación entre el ser humano y la Cannabis Sativa L. es milenaria y coevolutiva, con evidencias arqueológicas que atestiguan su uso para la obtención de fibras, alimentación y propiedades medicinales ya hace 12 000 años, mucho antes de que la atención se centrara en su uso recreativo.
5 curiosidades de la marihuana: FAQ
¿Por qué el cannabis produce compuestos como el THC y el CBD?
El cannabis genera cannabinoides como el THC y el CBD no para beneficio humano, sino como parte de su estrategia de defensa evolutiva. Estas sustancias, producidas en los tricomas de la planta, la protegen de los rayos UV, de los herbívoros y de infecciones. La interacción con el ser humano es una coincidencia biológica.
¿Qué relación histórica existe entre el ser humano y el cannabis?
La relación entre el Homo sapiens y la Cannabis Sativa L. es milenaria. Se han hallado pruebas arqueológicas de su uso hace más de 12 000 años en Asia, inicialmente por sus fibras resistentes y semillas nutritivas. Posteriormente, también se valoraron sus propiedades medicinales en civilizaciones como la china, la egipcia y la india.
¿Qué curiosa conexión existe entre Shakespeare y el cannabis?
En 2015, un estudio identificó residuos de cannabis en pipas del siglo XVII halladas en el jardín de la casa de William Shakespeare. Aunque no se puede afirmar con certeza que él las usara, el hallazgo sugiere que el cannabis formaba parte del entorno doméstico del célebre dramaturgo durante la época isabelina.